Los días pasaron, Edward se reintegró con normalidad a las clases del instituto.
Aunque Esme se mantenía preocupada por la seguridad de su hijo, le dejó partir con la confianza que Carlisle hablaría con los padres de los agresores.
Rosalie estaba decidida a apoyar a su hermano y cuando se enteró que este debía volver a tratamiento, pero ahora con un médico diferente le ofreció su ayuda para lo que necesitase.
Edward se le agradeció innumerables veces.
Hoy era la primera cita que tenía con Jasper Whitlock, el nuevo psicólogo de la unidad en que trabajaba Carlisle.
Su padre le había dicho que era una cita pequeña, ya que había leído su expediente y comenzaría con el tratamiento cuanto antes.
Edward dejó caer su bolso en la consulta del médico, mientras esperaba que este le llamase para entrar en la habitación. Vio colgado en la pared los títulos que certificaban cada curso de especialidad que él había hecho.
Volvió a preguntarse si sería cierto lo que le había dicho su padre, entonces no tuvo más que cuestionar cuando vio a un joven hombre de delantal, tan alto como era él y le invitaba a pasar a su consulta.
Caminó nervioso, sin decir palabra y se sentó al borde del sofá.
—Edward, tu padre ya me ha explicado muy bien tu situación, por lo que quiero comenzar desde ya con tu tratamiento —añadió el joven médico ansioso de comenzar con lo que había planeado.
Edward se sintió bastante relajado con aquel hombre joven, ya que él hablaba la mayor parte del tiempo y en respuesta a eso Edward se dedicaba a asentir en silencio.
Comenzaba a sentirse cómodo cuando Jasper le explicó su primera tarea.
—Deberás traerme cinco amigos con los que frecuentes a diario y hables con ellos, necesito sus opiniones, no pueden ser menor a cinco —le señaló.
—V-Verá no t-te-tengo t-tantos a-amigos —dijo con un nudo en la garganta.
—Entonces tres, deberás traer tres y comenzar a hablar con una persona más hasta que sea tu amigo y le puedas pedir que venga. No cederé más allá de eso —dijo Jasper intentando ser flexible con su paciente.
Edward se sintió aliviado, podría intentar hablar con Emmett, aunque con Bella mejor ni intentarlo, ella le intimidaba más de lo que podía hacerlo cualquier otra persona.
Edward se mantuvo un tiempo más en la consulta mientras que Jasper le daba otras indicaciones.
Rosalie había cumplido lo que su madre le había solicitado, por lo que invitó a Bella y Emmett a cenar hoy en la noche.
La madre de los chicos Swan, Renée, de inmediato aceptó que sus hijos cenasen con los Cullen, para ella eran una familia muy respetada y agradecía que sus hijos tuviesen la oportunidad de aprender de unión familiar junto a ellos.
Bella se acomodó su larga cabellera, mientras que no sabía que usar, por primera vez se sentía un poco incomoda al tener tanta ropa y raramente se vestía con toda ella.
Escogió una blusa azul entallada y decidió que los jeans que llevaba estaban muy bien para asistir, después de todo no tenía por qué ir disfrazada a cenar.
Emmett roseó un poco más de su exquisito perfume, con la intención de pedirle una cita a Rosalie, había oído que ella no le daba citas a nadie, pero que nada perdía con intentarlo.
Esme tenía todo preparado y dispuesto para la cena, hasta Carlisle estaría presente para agradecerles por haber ayudado a Edward.
Rosalie saltó feliz a abrir la puerta a Bella y Emmett.
Él alto muchacho sonrió al ver a Rosalie en el umbral con sus ojos azules brillando.
—¡Bella, Emmett! ¡Qué alegría que hayan venido! —abrazó a Bella.
Esta muy contenta de la muestra de cariño le respondió efusivamente.
La rubia abrazó también a Emmett quien se sintió muy nervioso ante la cercanía.
Para la gemela de Edward fue imposible pasar por alto el exquisito aroma que desprendía Emmett. El dulce aroma le hizo quedarse un tiempo más en los brazos del forzudo hermano de su nueva amiga.
Estaban todos esperando que Edward llegara, sólo el faltaba para que se completaran los asistentes de la cena.
—¿Estas seguro que sería breve? —dijo Esme mientras volvía a calentar la cena.
—Si, querida no tardará en llegar —sonrió Carlisle.
Así tal cual como lo había predicho, Edward abrió la puerta y se quedó sorprendido en el umbral al ver que allí estaba Bella y Emmett.
—Pasa hijo o ¿Te quedarás allí? —sonrió dulcemente Esme.
—¿Cómo te fue hoy? —le dijo Carlisle esperando que le hubiese agradado el nuevo psicólogo.
Edward se debatió entre contestar o no, pero luego creyó que sería de mala educación no hacerlo. Se sintió cohibido al ver como todo el mundo le miraba y esperaba ansioso su respuesta.
Rosalie al ver a su hermano allí de pie tan nervioso decidió conversar cualquier cosa con Bella con tal que dejasen de mirarle fijamente.
—B-Bien —se limitó a responder mientras dejó su cazadora sobre el sofá.
Saludó a Emmett y a Bella, intentando controlar su tartamudez.
Esme, ansiosa por comenzar a servir la cena y demostrar sus habilidades culinarias a los invitados, les pidió que vinieran a sentarse.
Una vez todo en orden se sentaron a compartir la cena.
Carlisle les agradeció enormemente el gesto que habían tenido con Edward y les pidió que frecuentasen la casa cada vez que quisieran.
Bella y Emmett se sintieron muy agasajados y felices de haber compartido con la familia.
Una vez que se hacía tarde, Esme le pidió a Edward que fuese a dejar a sus nuevos amigos.
—Gracias por todo, Sr. y Sra. Cullen —sonrió Bella antes de partir.
—De nada querida, son bienvenidos cuando gusten —le abrazó Esme.
Emmett agradeció también la hospitalidad y se marcharon.
Rosalie decidió acompañar a su hermano, para conversar a solas de vuelta.
—Rose tus padres son muy amorosos —sonrió Bella mientras subía al volvo.
—Es que ustedes se han portado muy bien con nosotros —sonrió Rose.
Antes de subir al auto, Emmett le pidió a Rose que se acercara.
—R-Rosalie —llamó su atención.
La gemela de Edward se acercó a él.
—Tengo dos entradas para el cine, me encantaría compartirlas contigo —sonrió nervioso.
Rose sintió como su corazón latía fuertemente, no sabía que responder, prefería comentarlo con Edward, quizá él le ayudase un poco más, ya que Alice la retaría si se entera que no le respondió.
—Me encantaría, pero ¿Qué día es? —dijo intentando atrasar su respuesta.
—Es el siguiente fin de semana, ya que este es el baile de beneficencia, he decidido dejarlas para el siguiente —sonrió.
—¿Te parece si te respondo el lunes? —sonrió ruborizada.
A Emmett le pareció satisfactoria la respuesta teniendo en cuenta que ella siempre se negaba a cualquier salida.
—Por supuesto, estaré esperando —sonrió mientras que subía al auto.
Edward dio marcha al volvo y se guió por las referencias de Bella ya que no sabía donde vivía la profesora Dywer.
Edward se bajó rápidamente del coche y le abrió la puerta a Bella.
—Gracias —sonrió.
Ella se sintió muy halagada por el gesto, aunque se había dado cuenta que siempre lo hacía con Rosalie, por lo que no lo tomó como una señal.
—N-No h-hay d-de q-que —respondió con dificultad sin mirarla a los ojos.
Asegurándose que entraran a su casa, Edward se marchó.
—Eddie —sonrió tiernamente Rosalie.
—D-Dime, Rose —dijo Edward sin apartar la vista del camino.
—Emmett me ha invitado a salir y aún no respondo ¿Te parece un buen chico?
No pudo evitar sonrojarse al preguntarle a su gemelo que opinaba de Emmett.
—E-Es un b-buen chico, c-creo q-que deberías d-decirle que si —sonrió Edward.
Rosalie saltó de su asiento y abrazó a su hermano.
Edward tuvo que mantener firme el volante ya que casi se desvía del camino.
—Perdón —dijo la efusiva rubia.
Los días pasaban y Edward le pidió a Rose que le acompañará a la sesión del psicólogo y le explicó que tenía que llevar a tres personas con él.
Su hermana le sugirió que se lo pidiera a Alice y Ángela.
Al salir de las clases de matemáticas, Edward les preguntó a las chicas.
—Claro —sonrió Alice —. No tengo problemas en acompañarte.
—G-Gracias —le respondió con sinceridad —. ¿Y tú? —se refirió a Ángela.
—Por supuesto, simplemente me dices el día y listo —respondió la amiga de Rosalie.
Edward se sintió agradecido y les explicó que la siguiente sesión sería mañana en la tarde.
Bella tenía libre en los dos bloques siguientes de clases, por lo que decidió irse a la biblioteca por un rato.
Emmett había decidido tomar una clase en la que compartiría con Rosalie, por lo que tenía ese horario ocupado.
Edward había adelantado ese ramo, así que se fue a su escondite de siempre, la biblioteca.
Se sorprendió al ver a la castaña sentada leyendo un libro. Intentó pasar desapercibido para evitar hablarle, pero no le fue posible por que ella le saludó desde la distancia.
Bella, deseosa por compartir con Edward le pidió que se sentase con ella. Se emocionó al ver que el hermano de su amiga se sentaba en la silla de al frente.
—Hola —sonrió Bella.
Edward sintió como se le trababa la lengua y bajó su mirada.
—H-Ho-l-la.
Nunca antes se había trabado tanto para hablar, por lo que evitó mirarla a los ojos.
—¿No tienes clases? —sonrió mirándole ansiosa por una respuesta de su agradable voz.
Edward sintió unos susurros a sus espaldas, volteó a ver quien era.
Allí estaba Tyler haciéndole muecas.
—¿Q-Que t-tal DJ C-Cu-Cu-Cullen? —le molesto.
Edward intentó tranquilizarse, ya que era conciente que estaba en la biblioteca, volteó a mirar avergonzado a Bella y bajó su vista sin mirar el rostro de la chica.
—Tyler —susurró Bella mientras que el chico se volteaba para irse.
Este se detuvo al oír la voz de Bella y volvió a donde estaba.
—Dime —susurró acercándose al borde de la mesa.
Edward se desilusionó al ver que la amiga de su hermana hablaba con uno de los que lo habían golpeado.
—Excelente broma, aunque no sé si exista una broma para demostrar tu estupidez, por lo que veo eso es imposible, deberías sentirte pésimo por el simple hecho de quitarnos aire a gente inteligente como Edward y yo —dijo Bella furiosa.
Era injusto que lo molestasen por un defecto que ni siquiera él era capaz de dominar.
Edward se asombró al ver que la chica le reprendía tan fuertemente como lo había hecho su hermana y se sintió muy mal al ver que el resto hablaba por él, mientras que se silenciaba cada vez que lo agredían.
Era conciente que no podría defenderse sin ser aún más basureado.
Después de aquello, Tyler se fue sin decir nada. Bella se sintió satisfecha por la lección y miró al tímido chico que miraba hacía el suelo.
—¿Estas bien? —le preguntó.
Edward no quiso responderle, en la situación en que estaba sabría que no sería capaz de pronunciar palabra.
Bella se sintió frustrada, entonces intentó seguir con su lectura.
Edward al ver que ella había dejado de insistir, tomó su cuaderno y se puso a realizar ejercicios.
La chica no podía concentrarse en su lectura sin pensar en lo fatal que se sentiría si alguien la tratase así y también comprendió el silencio de Edward, ya que de seguro temía ser molestado.
Bella sacó un cuaderno y arrancó una hoja.
Edward frunció el ceño al sentir el sonido, pero continuó haciendo lo suyo.
Entonces sintió un pequeño empujoncito en la mano que apoyaba su cabeza.
Levantó la vista y vio que Bella le tendía una hoja.
La recibió y desdobló el papel.
.
Sé que no te gusta hablar y lo entiendo, debe ser complicado enfrentar las molestias de un par de estúpidos. Pero yo si quiero hablarte, quiero ser tú amiga, por favor si no deseas decirme lo que te ocurre, escríbelo, será un secreto para ambos.
Responde, por favor.
Bella.
.
Edward levantó la vista y vio los tiernos ojos de Bella que inspeccionaban el suyo.
Ella quería sabe si él había aceptado su propuesta. Nerviosa bajó su mirada e intentó simular leer.
Edward se dio cuenta que a ella le costaba tanto como a él, así que decidió responderle la nota.
.
Gracias por hacer esto más simple. Es la primera vez que hago esto y no sé por qué no lo hice antes, la verdad no deberías haberte molestado con Tyler, ese tipo de gente no entiende nunca. A la vez me siento muy mal de no poder defenderme solo, por lo que evito tomarlos en cuenta.
Ed.
.
Su mano temblorosa tendió la nota a Bella, quien estaba esperando la respuesta sin haber siquiera leído alguna línea de lo que tenía en frente.
Desdobló el papel y leyó con una sonrisa en sus labios.
Edward se quedó pensando en lo hermosa que se veía cuando sonreía e intentó concentrarse en lo que hacía.
Pero no logró hacerlo, Bella ya le tenía una respuesta.
.
Gracias a ti por dejarme conversar contigo, Rosalie y tú son los únicos amigos que Emmett y yo tenemos y nos encanta compartir con ustedes, aunque tú siempre te separes del grupo.
Bella.
.
Volvió a entregarle el papel, Edward lo leyó y escribió una rápida respuesta.
Así se pasaron todo el tiempo hasta que sonó el timbre de la hora de almuerzo y debieron compartir con sus amigos.
—No importa que ahora no me respondas —sonrió Bella mientras caminaban hacía el casino —. Y aunque haga un monologo puedes asentir o negar cuando te pregunte algo ¿Vale?
Edward asintió.
Para él ni siquiera era posible dar un breve si a la chica que tenía en frente, ya que hasta para esa pequeña monosílaba se veía perturbado y no podía evitar tartamudear.
—Bien, entonces quería preguntarte algo —sonrió Bella —. ¿Irías conmigo al cine? Emmett ha invitado a tu hermana, pero dice que no quiere incomodarla al salir solos y prefiere que vayamos como amigos los cuatro —sonrió.
Edward no pudo evitar sonreír, sería la primera vez que saldría al cine con alguien que no fuese Rosalie o sus padres.
—S-Si —se atrevió a decir.
El corazón de Bella se desbocó al oír la respuesta audible de Edward.
—Gracias, ahora continuó con la interrogación —sonrió —. ¿Irás al baile de beneficencia?
Edward negó con la cabeza.
—¿Por qué?
El chico le frunció el ceño ya que eso implicaba explicarle con palabras.
—¿La chica que quieres invitar no te habla? —dijo ansiosa.
Edward negó.
—¿Te ha dicho que no? —insistió.
Volvió a negar.
—¿No tienes a quien pedírselo? —dijo Bella ya quedándose sin opciones.
Edward asintió.
—Podrías ir con Rose, yo iré con Emmett —sonrió.
El chico pensó la probabilidad y quizá podría asistir con su hermana.
Se reunieron con todos en comedor y conversaban muy felices de lo que harían para el baile.
Edward había vuelto a ponerse sus audífonos y se desconectó de la conversación.
—Bella —le dijo Rosalie.
Esta la miro mientras abría su jugo.
—Alice, Ángela y yo estaremos en mi casa esta tarde, veremos una película ¿Te gustaría venir? —le invitó.
Bella asintió feliz de volver a la casa de los Cullen.
—¿Emmett? —inquirió Rose.
—No puedo ir, quedé de ayudar a mi mamá para cambiar unas cosas, pero que vaya Bella, ya habrá oportunidad que yo asista —sonrió.
La verdad Emmett tenía que hacer eso, pero podría haberlo dejado para otra ocasión, sus verdaderas intenciones eran no presionar a Rosalie.
En la tarde Rosalie y Alice alistaban todo mientras que Ángela y Bella llegaban.
Tenían una mesita puesta en la sala de video, una sala que Carlisle había preparado exclusivamente para ver películas.
En la pequeña mesita había de todo: papas fritas, ramitas, galletas, bebida, entre otras cosas.
—¿Qué película veremos? —sonrió Alice.
—No lo sé, quiero que elijamos todas —sonrió —. La idea es que a todas nos guste.
—Entonces esperaremos que lleguen las chicas.
Sonó el celular de Alice.
Esta contesto rápidamente al ver que era Ángela.
La chica había tenido que quedarse cuidando a su mamá que estaba muy enferma, así que no podría venir. Se lamentó por teléfono y les pidió innumerables disculpas diciendo que para otra ocasión ella asistiría.
Edward estaba en la sala continua. Estaba tocando el piano, hoy no le correspondían clases, pero había decidido relajarse creando una nueva melodía, por primera vez deseaba agregarle letra, no sabía que escribir, así que decidió comenzar a tocar canciones que le gustaban, mientras se decidía por la letra.
Bella no tardó en llegar, Emmett la había traído y luego se devolvió a su casa.
Rosalie se sintió un poco triste al ver que no se quedaba, pero entendió que tenía cosas que hacer.
Las tres chicas comenzaron a buscar una película entre las colecciones de Carlisle y Edward.
Hasta que se decidieron por ver Means Girls, donde trabajaba Rachel Adams y Lindsay Lohan.
Comenzaron a ver la película y Bella se sintió identificada con Cady al haber ido a clases particulares. Pero sintió también que en parte era lo que le pasaba a Edward, la discriminación se dejaba ver en todas partes.
A la mitad de la película, Bella les pidió si podía ir al baño. Rosalie pausó la película y le señaló en donde quedaba.
Solas Alice y Rose comenzaron a comentar.
—Me encanta Bella —sonrió Alice.
—Es tan natural y simpática, es muy agradable —le respondió feliz Rose.
—Es genial que se haya decidido sentar ese día con nosotros —añadió Alice.
Bella escuchó una voz melodiosa que se unía a las teclas de un piano. Se quedó detenida a escuchar la voz que cantaba esa hermosa canción. Entreabrió la puerta con cuidado y se dio cuenta que era Edward. Quedó boquiabierta al ver que el chico no tartamudeaba.
Cerró rápidamente y sin hacer ruido, no quería que Edward la tomase por intrusa, menos ahora que estaba ganando su confianza.
Volvió a la sala de películas.
—Rose, no encuentro tu baño, soy demasiado torpe y hay muchas puertas —reconoció Bella.
Aprovechó de tomar su cartera y Rose le indicó la puerta.
—Gracias —sonrió.
—No hay de qué —le dijo feliz Rosalie.
Bella en el baño escribió unas líneas para Edward.
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Sé que sonará entrometido, pero venía al baño cuando te escuché cantar. Lo haces divino, deberías cantarme en vez de hablarme. Lo siento si me entrometí demasiado, entendería si te molestases.
Cariños y espero verte luego.
Bella.
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Dobló el papel y lo pasó por debajo de la puerta, esperando que Edward lo pillase antes de salir.
Luego de eso se sentó junto a las chicas para terminar la película.
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