martes, 29 de marzo de 2011

Capitulo V. Descubrimientos.

Bella se relajó mientras oía la suave música, intentó evitar pensar cosas que no tenían sentido. Era imposible pensar que Edward se fijaría en ella… era un hombre herido por todas las chicas que le rodeaban, era imposible que él pudiese tomarle en cuenta más que como la amiga de su hermana.

Alice estaba nerviosa, Jasper aún no venía por ella y su retraso era enorme. No podía creer que la dejase plantada… no de esa forma.

Sonó el timbre y bajó corriendo las escaleras.

—Alice —sonrió Jasper.

—¡Oh! Has llegado —lo dijo en tono despectivo.

Él quería explicarle todo lo ocurrido, pero no quería arruinar la noche, no por lo menos ahora, después de todo tarde o temprano se enteraría de lo que había ocurrido en su oficina.

—Perdona el horrendo atraso, pero creo que es hora de asistir ¿No? —sonrió intentando calmar el rostro molesto de la chica.

Alice se conformó por momento de aquella precaria respuesta, sabía que no tenía derecho a exigirle nada, pero si había quedado de salir con ella lo mínimo era que respetase la hora.

Se subieron al descapotable de Jasper y ella no hizo más que mirar la carretera. Intentó durante todo el camino de controlar su ira, pero era prácticamente imposible.

—Ponte el cinturón —le pidió al ver que había una patrulla que lo hizo detenerse.

Rápidamente Alice hizo lo que él le pidió.

Se orilló tal cual como se lo pidió el policía y comenzó a sacar sus documentos con total tranquilidad.

—Buenas noches —dijo fríamente el policía.

—Buenas noches, oficial —dijo Jasper tendiéndole sus documentos.

Se retiró a la parte trasera del auto y allí los revisó.

Una vez viendo que estaba todo en orden se los devolvió.

—¿Hacia donde se dirigen? —cuestionó al ver a Alice.

—Vamos hacía el Instituto de Forks, se va a dar un baile de beneficencia —mantuvo su voz tranquila mientras respondía.

Alice estaba en silencio, con la mirada fija en sus manos que no dejaban de revolverse sobre su regazo.

—Srta. —llamó su atención el uniformado.

Por primera vez levantó su rostro.

—¿Sería tan amable de tenderme su identificación?

Alice tembló, intentando mantener la serenidad sacó de su pequeña cartera el documento solicitado.

Ella era menor de edad e iba en compañía de un hombre mayor que no era su familiar, peor aún, ni siquiera su padre sabía que salía con su psicólogo… ¡Dios! Esto es una locura, pensó para sí.

El oficial vio la fecha de nacimiento de Alice, la chica tan sólo tenía diecisiete años.

—¿Es usted familiar indirecto de la señorita? —inquirió al conductor.

Jasper respiró profundo, sólo a él le pasaban estas cosas.

—No oficial, pero su padre esta al tanto de que hoy saldría con ella, es más si gusta puede llamarle —le tendió su celular.

El uniformado lo rechazó.

—No se moleste, puede continuar —le entregó los documentos.

Jasper comenzó la marcha en silencio.

—Buena mentira —rió Alice, aunque en realidad no le hacía gracia que pudiese mentir con tanta facilidad, quien sabe si lo mismo le haría a ella.

—No es mentira —dijo firme —. Tú padre sabe que estamos saliendo.

El silencio en la cabina era sepulcral.

—¡¿Qué? ¿Estás loco? —chilló desesperada.

—No, él ha venido y no se cómo se ha enterado, el asunto es que debatimos por largo rato y terminó aceptándolo, aún así dejará de tratarse conmigo por ética —dijo aún sin mirarla.

—¡Detén el coche de inmediato! —dijo sulfurada.

Jasper se orilló nuevamente. Ambos se bajaron del descapotable.

—Alice, por favor —le tomó suavemente del brazo.

Ella se negó al contacto.

—Jasper ¿Cómo vas y le dices a mi padre sin siquiera consultarmelo? —dijo anonadada.

—Te he dicho que él llegó a mi oficina y me exigió que le explicara, ya lo sabía —dijo intentando mantener la cordura.

—¡¿Y cómo se iba a enterar si nadie sabía? —chilló.

—Dijo algo de una conversación por msn —respondió con el ceño fruncido.

—¿Por eso tardaste verdad? —inquirió.

Él asintió en silencio.

—Quiero irme a casa —chilló molestar.

No le importaba asistir al dichoso baile, menos ahora… Su padre sabía que salía con su psicólogo, ¡Dios, esto era un disparate! Se repitió un sin número de veces.

Jasper no entendía la postura de la pequeña muchacha que estaba cruzada de brazos frente a él. En un acto inesperado y no planeado, él la tomó del brazo, la acercó a sí y estampó un dulce beso, aquel necesario para silenciar a la encolerizada chica.

Ella respondió sin pensarlo, su rabia se disipaba cada vez que sus labios rozaban los de Jasper.

Finalizado el momento ella se abrazó a su pecho buscando su perdón y aceptación. Jasper le acarició suavemente el dorso.

—¿Vamos? —dijo dulcemente.

—Está bien —sonrió la pequeña.

Edward y Bella se habían sentado, estaban cansados de bailar por tanto tiempo y habían decidido darse un pequeño descanso mientras que Rosalie y Emmett continuaban en la pista.

Ben nervioso tomó la mano de Ángela para salir del gimnasio. Bella notó la desaparición de la chica y sonrió.

Edward estaba nervioso sentado a su lado, no sabía que decir o que hacer… después de todo intentase lo que intentase de seguro sería un rotundo fracaso.

—¿Estás bien? —le preguntó Bella al verlo con el ceño fruncido.

Edward asintió en silencio.

—¿Salimos a dar una vuelta? —dijo entregándole su mejor sonrisa.

—C-Cla-ro —dijo tímido aún con sus manos temblorosas.

Le ofreció el brazo y salieron del salón.

Ella no sabía precisamente que hacía, simplemente quería estar a solas con Edward, poder intentar conversarle y evitar todas las miradas del salón que realmente gastaban sus ánimos de estar allí.

Se sentaron en una pequeña banca que estaba rodeada de árboles.

—Gracias por venir conmigo —dijo nerviosa.

—N-No m-me n-negar-ría a e-est-ar c-co-nti-go —susurró.

¿Qué significaría eso? Se preguntó Bella una y otra vez...

Instintivamente posó su mano sobre la de Edward. Este se tensó ante el contacto.

Edward no sabía que pensar, ella era muy buena con él, era tierna y estaba ansiosa por ser su amiga, así como él lo deseaba, pero entonces su corazón se oprimía al pensar que ella sólo quería eso de él, su amistad.

Jamás había visto a una mujer tan hermosa cerca de él, a excepción de su hermana, pero Bella… ella tenía unos hermosos ojos que reflejaban su hermosa alma y él adoraba poder mirarlos de vez en cuando, sobre todo cada vez que ella no lo notaba.

Analizó una y otra vez sus sentimientos, mientras que ella miraba fijamente hacía el salón. ¿La querría como algo más que una amiga?

Rosalie estaba bailando con Emmett, distraída de todo lo que se hablaba a su alrededor. Se sentía feliz en los brazos de aquel fornido muchacho, que más que músculos era corazón y a ella le encantaba aquello de él.

Emmett se debatía entre invitarla a salir del salón o quedarse allí. No quería intentar nada atrevido, sabía que Rose era una muchacha decidida y de armas a tomar.

—Rose —le susurró al oído.

Ella estremeció ante el tibio aliento que depositó en su lóbulo.

—Si —respondió de la misma manera.

—¿Quieres beber algo? —sonrió.

No era su intención dar un paso rápido, más bien prefería continuar lentamente así se aseguraría de no dejar de lado el romanticismo.

Ambos salieron rumbo a la mesa de bebidas.

Emmett intentando ser un poco más atento la tomó de la espalda y la guió evitando que alguien la chocase en la pista de baile.

Ella tembló ante el contacto tan cercano, intentó calmar su respiración.

Edward aún pensaba en sus sentimientos y se sentía burdo al no hacer nada por intentar demostrarlos… aunque sabía que era imposible ser correspondido por una mujer tan hermosa, mantenía las esperanzas de declarársele algún día… porque debía reconocerlo. Nunca nadie se le había acercado con el interés de conocerle y de valorarle, nadie había buscado la manera más cómoda de hablarle, nadie le miraba como ella lo hacía… Edward podía sentir como la dulzura de Bella traspasaba sus ojos… ¿Sería querer o gratitud? Ese era su debate ahora.

Mientras que Bella retiraba su mano lentamente y mantenía su vista en el salón.

Edward para ella era extrañamente alguien importante en su vida y aunque no tenía idea de cómo había llegado a eso, sabía que no podría cambiarlo. Era un chico dulce, tierno e inocente, nada parecido al idiota de su último novio que sólo la había ilusionado para luego dejarla.

Edward al sentir que la tibieza de la mano de Bella desaparecía en un acto instintivo volvió a posarla sobre su mano. Ambos se miraron ruborizados, Edward más nervioso que de costumbre intentó hablar, pero prefirió quedarse en silencio.

—¿Me ibas a decir algo? —dijo tímida Bella.

Edward no sabía que decir… quería decirle muchas cosas, pero, ese era el problema habían demasiados peros…

—Edward —ella presionó su mano suavemente —. Sabes que puedes contar conmigo y estaré atenta escuchándote.

Sus ojos almendrados le miraron con tanta ternura contenida que hizo un esfuerzo por hablarle.

—S-So-lo e-es q-que e-er-res p-para m-mi —suspiró —m-muy i-imp-por-tan-te

Se sintió muy contrariado, por un lado estaba feliz de declararle lo importante que era para él, pero a la vez se sintió avergonzado de su poca fluidez.

—¿Realmente lo soy? —de inmediato se sonrojó al darse cuenta que lo había dicho en voz alta.

Ambos bajaron la mirada. La timidez y la incomodidad se adueñaban del momento.

—S-Si —se atrevió a decir.

Ambos corazones latían al unísono desbocados por el nerviosismo.

—B-Be-lla, y-yo…

—¡Chicos! Aquí están —dijo Rose —. Los hemos estado buscando, comenzará el bingo de beneficencia, será mejor que entremos.

Emmett sonrió al ver a su hermana ruborizada, él estaba seguro que algo le pasaba con el hermano de Rosalie.

—Bella ¿Estás bien? —dijo Emmett sonriendo.

Ella notó el tono desagradable de voz que su hermano.

—Lo estoy —dijo fríamente.

Los cuatro caminaron hacía el salón y se sorprendieron de ver allí a Alice con su cita.

—¡Chicos! —sonrió —. Al fin hemos llegado.

Abrazó a Rose y luego a Bella.

Jasper se tensó al ver a Edward allí, luego se dio cuenta que la forma de mirarle no era juiciosa y comprendió que era él quien se sentía incomodo allí.

—Edward ¡Qué gusto! —intentó parecer natural.

—L-Lo e-es —sonrió.

Todos se fueron a sus mesas tranquilos para disfrutar de aquella velada.

Bella perdía rotundamente, mientras que Rose se quejaba de su mala suerte.

—¡Soy horrible en estos juegos! —se quejó Emmett.

—No te quejes, nunca has tenido suerte —rió Bella a quien tampoco le iba muy bien.

—¿Tan silenciosa? —dijo Rose a Alice.

—Estoy concentrada en los números —sonrió mientras que Jasper la abrazaba.

—¿Y tú Edward? —inquirió Ángela.

—M-Me f-faltan d-dos —sonrió.

Alice le miró fingiendo molestia.

—No me arrebataras el premio —chilló.

Todos rieron, nadie quería ver molesta a Alice.

—O 42 —dictó el docente que estaba anunciando los números.

—¡No! —chilló Alice al ver que no tenía ese número.

—No te quejes, vas muy bien —le besó en la frete Jasper.

—¡Edward lo tiene! —chilló Rose.

—Aún m-me f-falta u-un-no —respondió.

Los dos siguientes números no coincidían con los cartones de Edward ni de Alice, los demás se habían dado por vencidos al ver que no tenían opciones de ganar.

—Diez dólares por Alice —sonrió Jasper proponiendo una apuesta.

—Diez por Edward —respondió Rosalie.

—Diez porque ninguno gana —sonrió Emmett.

Todos lo quedaron mirando serios.

—¿Cómo que ninguno gana? —chilló Alice.

—Existe la posibilidad ¿Por qué no? —sonrió Ben.

—Diez por Alice —dijo Ángela.

—Diez por Edward —respondió Ben.

A Rose le extrañó esa apuesta, ella sabía que Ángela siempre había querido a su hermano ¿Ahora ya no?

—¿Y tú hermanita? —inquirió Emmett.

—Diez por Edward —sonrió tímida.

Continuaron dictando los números. Edward y Alice no mostraban por nada su juego.

Todos estaban tensos en la mesa, atentos que alguien en otra mesa gritara el tan anhelado "bingo".

—Edward ¿Cómo vas? —quiso saber Rosalie.

Este apegó su cartón a su pecho.

—Será s-sorpre-sa —le susurró.

—O 98 —chilló el presentador.

—¡Bingo! —gritó Edward.

Todos quedaron atonitos en el salón. Edward Cullen había gritado sin tartamudear en ningún momento y estaba de pie alzando su cartón.

De inmediato Edward se dio cuenta de lo que había hecho y se intimidó.

Sus amigos en la mesa lo aplaudieron y comenzaron a pagar las apuestas.

El presentador se acercó a la mesa y pidió el cartón de Edward.

—Son sesenta dólares —sonrió Emmett al ver como todos depositaban el dinero.

—¿Treinta para cada una? —sonrió Rose.

—Creo que deberíamos donarlo al fondo del bingo —respondió Bella.

—¡Magnifica idea! —chilló Rose.

Ambas se pusieron de pie y caminaron hacía donde estaba Edward.

—¡Confirmado! El ganador del Bingo es el Sr…

—Cu-Cullen —titubeó.

—¡Cullen! —chilló en su oído el animador.

—¡Ey! —llamó la atención Rosalie.

Todos la miraron mientras subía al escenario.

Pidió el micrófono y se explayó con naturalidad.

Rosalie tenía toda la personalidad que a Edward le faltaba.

—Mis amigos y yo hemos apostado para ver quien era el ganador de este bingo, pues bien, Bella y yo hemos ganado al apostarle a Edward y la suma del monto son sesenta dólares, los cuales estamos dichosas de donarlo para la beneficencia de este bingo —sonrió.

La gente aplaudió tan lindo acto y los tres se bajaron del escenario, conformes de haber colaborado un poco más.

Edward se llevó el regalo hacía su mesa.

—¿Qué es? —inquirió Ángela.

—¡Ábrelo! —insistió Alice.

Edward desdobló el papel y vio dentro una hermosa y delicada agenda que era muy elegante y un bolígrafo precioso que tenía un grabado recordándole como el ganador del evento de beneficencia.

—Es hermoso —sonrió Bella.

—¿Me regalas el bolígrafo? —dijo tiernamente su hermana.

Rosalie le gustaba coleccionar todo tipo de lápices y ese era uno que no tenía en su colección.

—¿Te gustan las lapiceras? —preguntó Emmett.

—L-Las a-ama —sonrió nervioso Edward.

—Me encantan y esa no la tengo —sonrió.

A Emmett le alegró saber que podría hacerla feliz comprándole lapiceras para su colección.

—N-No t-te la p-puedo d-dar —le susurró Edward.

—Me tendrás que comprar una —sonrió.

—E-Esta b-bien —le respondió, con una sonrisa, su gemelo.

Volvieron a abrir la pista de Baile y todos se fueron a disfrutar de la suave música.

—¿Rose? —le susurró Emmett.

—¿Si? —respondió dulcemente.

—¿Saldrás conmigo la otra semana al cine verdad?

—Claro, en eso habíamos quedado —sonrió.

A él le alegró saber que no habían cambiado sus planes y sobre todo que podría ver más de cerca de Bella y Edward, realmente le agradaba el chico para su hermana y si estaba a su alcance unirlos entonces lo haría.

—Gracias —le volvió a susurrar en su lóbulo.

—¿Por qué?

—Por hacerme feliz esta noche —sonrió.

Rosalie estremeció ante las dulces palabras de Emmett y se apegó aún más a su pecho.

Bella miraba desde cierta distancia como su hermano bailaba con Rose, a ella le encantaba verle así de feliz.

—¿Sabes que a Emmett le gusta Rose? —susurró para Edward.

—S-Si, s-se l-les n-no-ta d-emasiado —sonrió.

—¿Se les nota? —inquirió Bella.

—C-Claro, a R-Rose t-ta-tambi-ien l-le g-gu-gusta —titubeó.

Bella sonrió, eso no lo sabía, a Rosalie no se le notaba la atracción que sentía por su hermano, pero en cambio Emmett era demasiado obvio.

—¿Crees que funcione?

—S-Si, c-creo q-que s-si —la apegó aún más a sí.

Ella notó la leve presión en su espalda.

—T-Te v-ves h-hermosa.

¿A que se debía eso? Se preguntó Bella.

—G-Gracias, es segunda vez que lo dices —se ruborizó en sus brazos.

—E-Es p-porque l-lo e-estas —sonrió nervioso.

Se vieron interrumpidos por el fin del baile, todas las parejas se ubicaron alrededor del escenario y no tardó en darse por finalizada la noche de beneficencia con pleno éxito.

El fondo iría para la corporación de niños quemados de Forks, sobre todo después del trágico incendio ocurrido en la zona.

Emmett ayudó a Rosalie a subir a su coche, no tardaron en llegar a casa de los Cullen.

—Gracias por la hermosa noche —le abrazó Rose.

—Gracias a ti por la oportunidad de salir contigo —sonrió.

Instintivamente sus cuerpos se acercaron y el depositó un tierno beso en su mejilla, no era para pasarse de lo impuesto por Rosalie, él deseaba respetarla y que ella decidiera cuando le da esa confianza.

Rosalie de cierto modo se decepcionó deseaba un pequeño beso en los labios, algo más romántico, pero comprendió que quizá no era el momento, aunque anhelaba tener esa exquisita sensación que hacía muchos años que no sentía.

Se alejó de Emmett y caminó hacía su casa.

—Rose —le llamó.

Se volteó con las ansias de recibir tan anhelado beso, pero se encontró con Emmett tendiéndole su abrigo.

—Olvidabas esto —le sonrió.

Decidida y sin pensarlo dos veces, recibió sonriente el abrigo.

—Y a ti se te olvidaba esto —sonrió.

Dejó caer suavemente su boca sobre los tibios labios de Emmett, quien sorprendido ante el atrevimiento de Rose no supo que hacer. Siguió el juego de los movimientos de sus labios y abrazó la pequeña cintura de la rubia. Sus corazones latían fuertemente y despacio ella se alejó del chico que había robado su sueño en el último tiempo.

—¿Eso…? —intentó decir Emmett.

—Eso es porque eres una linda persona y porque me cansé de esperar que tú lo hicieses —le susurró.

—Sólo quería ser cuidadoso —sonrió.

—Está bien, siempre contigo esta bien —volvió a besarle tiernamente.

Jasper y Alice habían llegado a casa de la chica, esta le invitó a pasar para poder conversar con su padre.

Allí estaba el Sr. Brandon sentado en un sofá y esperando hablar con la pareja.

—Papá —susurró Alice.

—Veo que ya te has decidido por develar el rostro de quien te ha robado el corazón —dijo aún en tono grave.

—Bien… papá —titubeó.

—Sr. Brandon —le interrumpió Jasper —. Yo de cierta forma me he encariñado mucho con su hija y no espero menos que su aceptación, de ninguna manera le faltaré el respeto y procuraré cumplir sus condiciones —dijo atropelladamente.

Alice se sorprendió ante lo que dijo Jasper, pero aún más se sorprendió ante la reacción de su padre, ya que se levantó del sofá y le tendió la mano solemnemente ¿Era una aprobación?

Saltó hacía los brazos de su padre, jamás pensó que aceptaría así. Jasper también se sintió complacido ante la aparente aceptación, aunque tuvo que oír las reglas de asunto.

Edward estacionó a un lado de la casa de Bella. Le abrió la puerta y la ayudó a bajarse.

—Gracias —sonrió.

—G-Gra-cias a-a t-ti p-por t-todo —intentó decirle.

Bella se acercó a él y le besó en la mejilla.

Ambos sintieron el choque eléctrico que se produjo ante el contacto.

Ella se quedó contemplando los hermosos ojos verdes celestinos del alto muchacho de cabello cobrizo. Mordió su labio mientras se debatía entre besarle o no… A estas alturas que más daba… le gustaba Edward y quería saber si era correspondida se acercó lentamente a él.

—¿Entramos? —interrumpió Emmett sin darse cuenta de la situación.

—S-Si —dijo desilusionada.

Por primera vez detestaba a su hermano con motivo.

Se acostó frustrada y no quiso hablarle a Emmett, este se sintió muy mal al ver que había arruinado el momento, no era su intención interrumpir, pero la oscura noche no le ayudó a distinguir la cercanía entre Edward y Bella.

Edward llegó a su casa perturbado ¿Realmente ella le iba a besar? No, no podía ser, era imposible, de seguro le susurraría algo… ¿Cómo Isabella Swan una chica hermosa y escultural se fijaría en un tartamudo?

Esa noche casi no durmió pensando en todo lo ocurrido. Cuando estaba a punto de conciliar el sueño su celular sonó.

.

.

Ed Hola, perdona la hora.

No puedo dormir ¿Tu?

Gracias por la maravillosa noche

Cuídate mucho

B.

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Respondió rápidamente al mensaje, su sueño se había disipado.

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.

Bella no te preocupes no puedo dormir

La maravillosa noche me la has entregado tu

Gracias por tu hermosa compañía

Besos

Ed.

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El corazón se le salía de su pecho, ansiosa tomó el celular y leyó el mensaje…

¿Le enviaba uno de vuelta diciéndole lo que sentía? ¿Esperaba mejor decírselo en persona? ¿Y si mejor no se lo decía? Lo más probable era que él no le correspondiese…

Se debatió entre enviarle la verdad en ese mensaje… entonces tecleó sin saber bien que escribía y lo envió sin pensarlo. Luego de eso apagó el celular y se dispuso a dormir, mañana sabría que le había respondido.

Edward nervioso sintió nuevamente el sonido de su celular y rápidamente leyó lo que decía.

.

.

Edward yo…para mi también eres muy especial

Quizá demasiado, más de lo que creí que llegarías a ser

Me encantaría poder hablar contigo mañana,

hay algo importante que debo decirte.

Besitos

Cuídate.

B.

¿Qué sería lo importante que querría Bella?

Edward no podía dormir tranquilo, intentó llamarla pero el celular lo desvió a buzón de voz.